Jorge Bucay - Dos de Diogenes

lunes, 22 de febrero de 2010

 


Este es un ejemplo de lo importante que es disfrutar el presente sin preocuparnos mucho por el futuro.

Dicen que Diógenes iba por las calles vestido con harapos y durmiendo en los zaguanes.
Cuentan que, una mañana, cuando estaba amodorrado todavía en el zaguán donde había pasado la noche, pasó por aquel lugar una acaudalado terrateniente.
- Buenos días - dijo el caballero.
- Buenos días - contestó Diógenes.
- He tenido una semana muy buena, así que he venido a darte esta bolsa de monedas.
Diógenes lo miró en silencio sin hacer ni un movimiento.

- Tómalas. No hay trampa. Son mías y te las doy a ti, que sé que las necesitas más que yo.
- ¿Tú tienes más?- le preguntó Diógenes.
- Claro que sí - contestó el rico- muchas más.
- ¿no te gustaría tener más de las que tienes?
- Sí, por supuesto que me gustaría.
- Entonces, guárdate estas monedas porque tú las necesitas más que yo.

Algunos cuentan que el diálogo siguió así:
- Pero tú también tienes que comer y eso requiere dinero- insistió el caballero.
- Ya tengo una moneda - y la mostró- y me bastará para un tazón de trigo para hoy por la mañana y quizá algunas naranjas.
- Estoy de acuerdo. Pero también tendrás que comer mañana... y pasado mañana... y al día siguiente. ¿De dónde sacarás el dinero mañana?
- Si tú me aseguras, sin temor a equivocarte, que viviré hasta mañana, entonces quizá tome tus monedas.

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